Caminó con ligereza hacia el cuarto
de baño, era su refugio en estas situaciones. Cerró la puerta cuidadosamente y
miró complaciente a su alrededor. Era un baño amplio, de diseño moderno, los azulejos,
de color sepia, envolvían una bañera redonda de hidromasaje color blanco; el
lavabo estaba suspendido y debajo de el una repisa de mármol sujetaba unas
toallas, color gris claro, admirablemente dobladas; encima del lavabo un enorme
espejo reflejaba su rostro cansado. Abrió el grifo y llenó sus manos de agua
fresca que dejó caer por su rostro como si de gotas de lluvia se tratase. Pasó
unos minutos de pie mirando su cara empapada, pensando como podría deshacerse
de aquel invitado. Debería estar acostumbrada a lidiar con esas situaciones
pero cada día le resultaba más espinoso enfrentarse a un extraño. No había
pasado mucho tiempo cuando un ruido la
sacó de su ensimismamiento.
-
¿Laura? – dijo una voz al otro lado de la puerta
-
¿Sí?
-
Perdona, ¿Te queda mucho? Tengo que entrar
-
Un segundo…
No!! se había despertado antes de
lo que ella esperaba. Ese momento era la peor parte de sus correrías, tendría
que mirarlo a la cara para estar al corriente del tipo de hombre con el que le
había tocado pasar la noche. Había habido toda clase en su haber...tantos que
ni siquiera quería saber a que grupo pertenecía, por suerte sólo duraría unos
minutos en su memoria y lo desecharía como un papel viejo que se tira, sin
pensar, a la papelera. Debía alejarlo de ella lo antes posible para poder
continuar su mañana de sábado metida bajo la almohada sollozando por su mala
cabeza.
Salió como una exhalación evitando
que se cruzasen sus miradas cuando una sensación interrumpió su huida, alucinada observó como la
mano de ese individuo rozaba su pelo. Horrorizada dio un salto hacia delante y
lo miró con cara desafiante, su mirada se tornó al ver su rostro. Era un chico
alto, delgado pero se notaba su afición a ir al gimnasio por sus desarrollados músculos,
de pelo rubio ensortijado, ojos verdes, amplia sonrisa, mentón pronunciado y
facciones bien delimitadas. Era bello por fuera y se quedó boquiabierta al
observarlo con detenimiento. Había coincidido en estos meses con hombres
medianamente atractivos pero nunca le habían llamado tanto la atención como
este extraño que entraba con rapidez en su baño.
Paralizada esperaba que algo la
hiciese volver a su ser y dejar de bendecir lo que su mirada acababa de absorber
con tanta lujuria. Pensó en como habría sido la noche con ese hombre tan
apuesto y se recriminó los lapsus de memoria que tan acertadamente le
proporcionaban estabilidad. No tardó mucho en volver a la realidad cuando en la
mesa del salón vio un arma. Sobresaltada no encontró refugio en su mente para
semejante hallazgo. Caminó unos pasos hacia ella y escuchó la puerta del baño
abrirse. Pavorosa miró hacia su espalda y huyó dando saltitos casi insonoros
hacia la cocina, quizás allí encontraría algo para defenderse.
-
¿Dónde estás? – Dijo él con voz ronca
El silencio se apoderó de la habitación
y las palabras retumbaron en las paredes como si de un eco se tratase. Laura estaba agachada detrás de su nevera de
diseño con un cuchillo aferrado a su mano esperando el momento oportuno para
comenzar su fuga.