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Laura, te presento al Inspector Rodríguez de la Policía
Nacional.
Laura descendió, deslizando sus
pies por los escalones mientras miraba con detenimiento al Inspector. Una vez
que estuvo frente a él, no pudo emitir sonido alguno, sus fuerzas sólo le
permitieron levantar la mano y señalar hacia el salón, en un intento de
mostrarle el camino a seguir.
-
Usted primero – dijo el Inspector. Su voz era ruda y
ronca, como salida del mismísimo infierno.
Sus pies hicieron un torpe movimiento
antes de poder dar la espalda a sus invitados, que advirtieron su
intranquilidad. Mientras avanzaba por el pasillo, que ahora le parecía
interminable, notaba la mirada de sus espectadores penetrando por su espalda,
como si fuese una puñalada certera y profunda que le llegaba hasta el mismísimo
corazón. Dubitativa, intentó sobreponerse antes de continuar el camino hacia su
destino, de su boca brotó un lamento tan profundo como involuntario que llego a
resonar por todo el pasillo hasta perderse en la inmensidad del salón. Intentó disimular
lo evidente y giró la cabeza hacia Álex que esbozó una sonrisa, tan dulce, que
mitigo por un segundo su inquietud.
Al llegar al salón, las piernas
de Laura flaqueaban de tal forma que tuvo que sentarse rápidamente en el sofá por
miedo a perder de nuevo el equilibrio. Una vez colocada se aferró nuevamente al
cojín como si de un escudo se tratase. Ofreció asiento a Álex y al Inspector,
que decidieron acercar dos sillas del comedor y ubicarlas delante de la mesita
que había frente a Laura. La mirada del Inspector era penetrante, tan
inquisidora que ella no pudo mantener la vista y fijo sus ojos en el cojín.
El silencio se hizo palpable e incómodo.
El Inspector se apresuró a mitigar la tensión dirigiéndose a Laura.
-
Señorita Narváez, entiendo su nerviosismo. Mi visita es
extraoficial, Álex me ha pedido que viniese a conversar con usted. Piensa que
puedo ayudarla con lo sucedido anoche, no me ha contado muchos detalles pero lo
pocos que he escuchado me han alarmado, me gustaría que hablásemos tranquilamente.
Laura se incorporó para coger el
vaso de agua que dejó Álex en la mesita y dio un pequeño sorbo, atónita miraba
a Álex, esperaba que le pudiese adelantar con la mirada lo que se avecinaba
sobre ella. Él la miró e hizo un gesto tranquilizador con sus manos. Acto
seguido interrumpió al Inspector y se dirigió hacia ella.
-
Laura, el Inspector es un antiguo compañero mío. Le he
hablado de tus pérdidas de memoria, sólo quiere hacerte unas preguntas, no
pensamos que hayas hecho algo grave. Intenta relajarte, estamos aquí para
ayudarte.
No podía emitir ningún sonido, su
garganta se había quedado inmóvil ante la idea de lo que estaba sucediendo. Cerró
los ojos por unos segundos intentando desvanecerse de esa habitación, intentaba
volver atrás, justo al momento en el que las dudas se disipaban con un recuerdo,
donde no existían noches blancas con mañanas tormentosas, donde todo era
felicidad. Logró por un segundo evadirse hasta que Álex se volvió a dirigir a
ella sacándola de su ensimismamiento momentáneo.
-
¿Estás lista para comenzar?
Ella tardó unos segundos en
contestar, abrió sus labios con la certeza de no poder pronunciar palabra
alguna y se sorprendió a sí misma cuando escuchó sí.
El Inspector se sentó al borde de
la silla y se acercó un poco más a ella, intentando, tal vez, tranquilizarla.
-
Señorita Narváez
-
Puede llamarme Laura y tutearme, Inspector.
-
Perfecto, a mi puede llamarme Hugo
-
Laura, sé que tienes lagunas de memoria, te suceden por
la noche, según me ha contado Álex. Me gustaría que hicieses un esfuerzo. Voy a
hacerte unas preguntas y me gustaría que me contestases con la mayor sinceridad
posible. No tengo prisa, puedes tomarte el tiempo que necesites.
La amabilidad que profesaba el
Inspector hacia ella la desconcertó, detrás de esa fachada tosca y deslucida se
encontraba una persona bondadosa y amable. Se sintió más tranquila al escuchar
sus palabras, estaba dispuesta a hacer todo lo posible por descubrir lo que
tanto la abrumaba desde que Álex irrumpió en su vida. Se incorporó, miró a su
alrededor y observó que estaba anocheciendo. Sus horas cruciales se acercaban y
esa noche no estaría indefensa, Álex seguía con ella y podría ayudarla a no
meterse en más problemas.
-
Puede empezar con el interrogatorio
-
Está bien. Empecemos por lo que recuerdas de anoche.
¿Estabas trabajando?
-
Si, recuerdo que salí de mi despacho sobre las 19
horas.
-
¿En qué trabajas?
-
Soy diseñadora de interiores.
-
¿Algún compañero de trabajo que pudiera haberte visto
salir?
-
Tengo mi propio despacho. Trabajo sola, únicamente tengo
una secretaria que va por las mañanas para concertar las citas y ayudarme un
poco con los proyectos.
-
Bueno, esto complica un poco más las cosas. ¿Algún
conserje o personal de seguridad en el edificio?
-
Si, se llama Raúl. Recuerdo que estuve bromeando con la idea de restaurar el hall del edificio y nos estuvimos riendo juntos durante unos
minutos.
-
Perfecto, de momento tenemos un testigo. Pasaré mañana
a verlo para intentar hablar con él. ¿Qué hiciste después de salir del
edificio?
-
Fui a un bar. Se llama O’Neill, está frente a mi
trabajo. Es un pub de estilo moderno donde voy a tomar algo después de salir de
trabajar.
-
¿Hablaste con alguna persona?
- Sí, con el camarero. Lo conozco desde hace muchos años.
Antes de trabajar en ese pub, él trabajaba en un bar cercano donde iba a
comer todos los días.
-
¿Podría decir que existe entre vosotros una amistad?
-
Sí, podría decirlo así.
-
¿A qué hora saliste del pub?
-
No lo recuerdo. A partir de ese momento todo comienza a
estar bastante borroso para mí. Sólo tengo destellos de imágenes en mi cabeza
pero totalmente desordenadas.
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Bien, iremos paso a paso. Ya es muy tarde, de momento
creo que por hoy es suficiente. Mañana hablaré con las personas que has mencionado y
me pasaré de nuevo por aquí para seguir donde lo hemos dejado. Álex se quedará
contigo esta noche y si recuerdas algo más, llamame.
Laura se extrañó ante un cuestionario tan rápido y escueto, intentó no darle importancia, dentro de la rareza que entrañaba el interrogatorio, la idea de haberle dado alguna pista con sus respuestas le reconfortaba. El Inspector se levantó de la
silla, la colocó en su lugar y se encaminó hacia la salida, detrás de él iban
Álex y Laura. Al abrir la puerta de la entrada la noche había invadido todo de
oscuridad. Laura comenzó a temblar, con la certeza de saber su destino más próximo.
El Inspector tendió la mano hacia ella en un intento de despedida, esta le correspondió y se quedó en la puerta hasta
que vio marchar su coche.
Entró de nuevo en su casa, Álex
estaba hablando por teléfono, parecía que se disponía a pedir comida a
domicilio. Aprovechó ese instante para ir al baño donde se sentó en el suelo y
comenzó a llorar desconsoladamente. ¿Qué habría hecho esa noche para que la policía
estuviese tan interesada en su relato?