miércoles, 3 de octubre de 2012

Un poquito más...



-          ¿Contratarte? ¿Para qué?

-          Soy detective privado y me contrataste anoche.

-          ¿Detective? ¿Para qué iba a contratar a un detective?

-          Vaya, parece que tendré que empezar desde el principio
 

-          Eran las 22.30h y llamarón a la puerta de mi despacho. Extrañado por la hora tan intempestiva me dirigí hacia ella y me aproxime a la mirilla. Allí descubrí a una chica estremecida, estaba llorando, con la cara descompuesta, el pelo alborotado, el rímel deslizado por sus ojos y la parte de arriba de su camisa, color negro, rota. Eras tú. Abrí rápidamente  y caíste en mis brazos pronunciando sólo una palabra: Ayúdame.”

 
-          Así fue como nos conocimos - Le dijo mirándola fijamente a los ojos.

-          ¿Te pedí ayuda?. ¿Por qué?  No logro entender lo que me cuentas. Me han pasado cosas muy raras durante este tiempo pero esto no lo puedo llegar a creer.

-          Te sorprenderá, espera a que termine y entonces decides.

 
-          Te ayudé a entrar en mi despacho, te sentaste como pudiste en el sofá que tengo en la entrada, justo frente a la mesa de recepción. Te ofrecí un vaso de agua pero me pediste algo más fuerte por lo que entré a mi despacho, me dirigí al mueble-bar que tengo detrás de mi mesa y te puse en un vaso un poco de bourbon. Me dirigí hacia donde estabas, por el camino percibí tu afán por sujetar con fuerza el bolso verde que llevabas, te puse el vaso en la mano derecha y te ayudé a llevarlo hasta la boca. Lo bebiste de un trago, sin respirar, lo dejaste entre tus manos, sujeto también por tus piernas, que no dejaban de moverse y entonces comenzaste a hablar sin parar. Me costaba entender lo que decías hasta que de tu bolso sacaste un revolver. El mismo que hay sobre la mesa.” Álex hizo una pausa mientras señalaba el arma.
 

-          ¿Cómo voy a tener yo un arma? Estoy en contra de las armas de fuego. Esto no tiene ningún sentido, pienso que te lo estás inventando todo. Seguro que te conocí anoche en algún bar, te conté mi habilidad para olvidar mis algarabías nocturnas y te estás queriendo aprovechar de la situación. Te resultará muy divertido pero tengo mejores cosas que hacer, te rogaría que te marchases,  además seguro que este arma es de juguete.

 

Laura cogió el arma, apuntó hacia el frente y disparó esperando silencio pero su cara cambió de color al escuchar un gran estruendo seguido de un proyectil que fue directamente al centro de su televisión de plasma. Los dos quedaron paralizados y Álex se apresuró a quitarle la pistola de sus manos temblorosas e interrumpidas por el pánico.

 

-          Soy toda oídos – dijo sentándose en el sofá todavía sobrecogida por lo sucedido

 

Álex la miró con clemencia y prosiguió su relato.

 

-          Cuando sacaste la pistola supe que estabas en serios problemas, no es fácil conseguir un arma y menos aún para una chica como tú. El arma seguía posada en la palma de tu mano, era una pistola Crosman C11, semiautomática de color negro, de calibre 4,5 con capacidad para 18 balas. Me aproxime a la mesa de la recepción, cogí un bolígrafo y lo pasé por el gatillo para no tocarla. Me apresuré a coger un pañuelo del bolsillo delantero de mis pantalones para quitar el cargador, lo saqué con delicadeza, lo observé con detenimiento y me sorprendió comprobar que faltaban dos balas. Me intrigó demasiado tu osadía, en ese momento decidí descubrir qué había sucedido en las horas previas a tu visita y me prometí a mi mismo llegar hasta el final, pasase lo que pasase.”