miércoles, 26 de septiembre de 2012

Un poquito más...


 

-          Laura  ¿Dónde estás?- preguntó de nuevo

 

Ella permanecía inmóvil, asía el cuchillo con fuerza, con tanta que hasta tenía marcada la empuñadura en su mano temblorosa. Pese a la presión que estaba soportando intentaba hacer memoria sobre lo que podía haber sucedido aquella noche para estar viviendo ese momento pero había tantas lagunas en su mente que parecía un mar desolado por una gran tormenta.

 

-          Sé que estás aquí Laura. ¿Por qué te escondes? No tengas miedo, ya lo hablamos ayer.

 

Ayer, esa palabra resonó con fuerza en su cabeza. Si pudiese recordar lo que pasó tal vez se sentiría más tranquila. Era obvio que si ese individuo le quisiera hacer daño ya lo habría hecho, había transcurrido toda una noche junto a él sin incidencias, o eso creía. Era imposible que pudiese pensar con claridad bajo esa tensión, dio un par de golpes a su cabeza para intentar vislumbrar algún recordatorio que le sirviese y torpemente hizo caer el cuchillo sobre el suelo. Su cara palideció ante el sonido que había provocado su impericia y comenzó a temblar al escuchar unos pasos que se dirigían hacia ella.

 

-          Vaya estás aquí. Es verdad que no recuerdas nada. No llegaba a creerlo pero es cierto. Ven, hablaremos sobre lo sucedido anoche.

 

Se incorporó como pudo y cogió la mano que le había tendido ese hombre extraño que parecía conocer demasiado sobre ella. Se sentía perdida, sus piernas no le respondían así que resignada se dejó guiar por él sin poner ningún impedimento. Se encaminaron hacia el salón, esa habitación no distaba mucho del resto de la casa que poseía alejada de la ciudad, de diseño vanguardista era su lugar favorito para evadirse del día a día. De gran amplitud, el color gris de las paredes daba paso a un gran ventanal revestido de un marco color blanco que iluminaba la estancia y abría paso a la visión de un parque lleno de abetos y pinos donde se podía respirar serenidad, El mueble principal era una distribución de estanterías negras y blancas ubicadas de tal forma que hacían una figura similar a la letra M, con una gran televisión de plasma en el centro y diferentes figuras de diseño distribuidas entre ellas. En el techo, de color blanco, colgaban dos lámparas grandes de forma cilíndrica del mismo color de las paredes, una alfombra color negro sostenía una mesa baja de cristal trasparente de forma ovalada donde se encontraba depositada el arma, carecía de cuadros en las paredes porque aún estaba pendiente de escoger los mejores. Un poco más alejada y suspendida en el techo una hilera de focos cilíndricos iluminaba una mesa de comedor de cristal cuadrada con seis sillas de cuero blancas, un chaise longue también de cuero color blanco presidía la sala, allí fue donde la depositó para que se clamase y poder hablar con detenimiento.
 

Ella con voz agitada se propuso a empezar la conversación cuando él la detuvo ofreciéndole un vaso de agua. La visión del arma la hacía sentir incomoda, no sabía quien era él ni que se proponía pero se dejó llevar, pensó que ya estaba todo perdido para ella y no ofreció resistencia. Tomó el vaso y bebió con mimo como si fuese lo último que llegaría a tomar.


-          Entonces no recuerdas nada – interrumpió él

-          No, mis noches están borrosas para mí. No consigo saber qué pasó durante ese tiempo y me despierto sin recuerdos de ninguna clase. ¿Quién eres?

-          Perdona no me he presentado. Me llamo Alex. Me contrataste ayer.